OTRO MUNDO POSIBLE

Uno de los lemas que guía mi vida es: creer y crear otro mundo posible.

Junto con otras personas, poner mi granito de arena para construir un mundo más justo, más sostenible, más equitativo.

En estos tiempos que vivimos, viendo en directo el genocidio de la población palestina en Gaza, los éxodos de Sudán del Sur o República Democrática del Congo… se hace duro y doloroso creer y crear algo diferente, ¿verdad? Sin embargo, es ahora, más que nunca, cuando tenemos que apostar por vivir de otra forma, siendo personas más humanas.

Y es lo que está haciendo la Compañía de María en el Nuevo Milagro. Su compromiso por el derecho a la educación de las niñas y niños es signo de esperanza en estos tiempos.

Lo he podido comprobar en los 3 meses en los que he sido voluntaria de FISC allí. De hecho, creo que el verbo que define mi experiencia es SER. En las formaciones de Salongo siempre lo decíamos, lo importante es el Ser y Estar, el compartir, no tanto el hacer. Y yo he tenido la suerte de poder llevarlo a la práctica. He sido una más en el Nuevo Milagro, esta pequeña comunidad formada por 70 familias en el kilómetro 21 de la carretera Iquitos-Nauta.

Un lugar donde me he sentido hogar desde el principio.

Me he sentido una más, porque me han hecho sentir como una más. He sentido una gran acogida, y hasta a veces, me he sentido abrumada por el cariño que he recibido sin casi conocerme. Especialmente por parte de las niñas y niños del Nuevo Milagro, con quienes he compartido tardes de lectura, de juegos, de manualidades y de aprender conjuntamente.

Este cariño refleja el trabajo que lleva realizando la Compañía de María en esta pequeña comunidad desde hace 2 años.

Hace ya dos meses que regresé, y todavía me cuesta volver. Imagino que nunca vuelves del todo, porque lo que vives te transforma, aunque por fuera no se vea. Estoy intentando integrar lo aprendido en mi vida diaria, replanteándome diferentes acciones que me puedan permitir vivir más conscientemente, intentando sacar tiempo para conectar conmigo, con las demás personas y con la naturaleza, aunque aquí sea mucho más difícil que allá. Y es que en esta sociedad capitalista en la que vivimos, donde la productividad es tan importante, cuesta parar y conectar. Precisamente, una de las grandes enseñanzas que me llevo de la Amazonía es el parar, el ser, la importancia del estar y no del hacer, del vivir consciente.

Y termino como empecé, agradeciendo a la Compañía de María y a la ONGD FISC por darme la gran oportunidad de poder vivir esta experiencia de misión compartida.

Gracias por vuestro sí incondicional al derecho a la educación, vuestro sí a vivir en los márgenes, en este caso de la carretera Iquitos-Nauta. Gracias por vuestro sí a la esperanza.

Gracias por creer y crear esa otra Iglesia posible, ese otro mundo posible que tan necesario es. GRACIAS.

Lucila Bergareche Blas

Voluntaria FISC ONGD

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